Eulogio de Córdoba. San
          [934] (+ 800-889)

 
   
 

     
    Arzobispo y hábil predicador (eulogo, de buena palabra), vivió en la ciudad de Córdoba, ocupada por los musulmanes, quienes se mostraban rabiosamente opuestos a todo lo cristiano y condenaban a muerte a muchos fieles.
   En ese ambiente nació el año 800. Estudió con el maestro Esperandeo, célebre por su saber y respetado incluso por los mahometanos. Sus conocimientos sobre la Sda. Escritura se hicieron famo­sos. Los monjes le consultaban y estima­ban. Se ordenó sacerdote y se dedicó a predicar con gran elocuencia. Se inspiraba en las obras de San Agustín. Todos los creyentes de Córdoba, sacerdotes y religiosos, se guiaban por sus consejos.
   En el 850 se inició intensa persecu­ción contra los cristianos y hubo grandes matanzas de los que se negaban a abrazar el Islam. Había que pagar un tributo para asistir a la misa y se degollaba a quien se atre­viera a predicar en público. Eulogio se puso al frente de los más fervorosos y escribió un "Memo­rial de los mártires" alabando a los que morían por su fe. Compuso para dos jóvenes encarceladas un escrito: "Documento martirial", y les aseguró que Dios las libraría de las asechanzas contra su virtud. Así sucedió antes de ser martirizadas. Por ello él mismo también fue encarcelado.
   Librado después de un tiempo, pasó diez años huyendo de sitio en sitio. En 858 murió el Arzobispo de Toledo y todos pusieron sus ojos en él. El gober­nador le prohibió aceptar el cargo bajo pena de muerte, pero él lo aceptó. Con motivo de haber escondido a la joven Lucrecia, hija de mahometanos, que se había hecho cris­tiana, los soldados detu­vieron a ambos y fueron condenados muerte. Uno de los fiscales le dijo: "Que el pueblo ignorante se deje matar por su fe, lo entiendo. Pero que un sabio como tu muera por ello no está bien. Piensa, deja tu religión y sálvate".
    Eulogio respondió: "Si supieses los premios que nos esperan, no sólo no aconsejarías esto, sino que tú te harías cristiano. Yo soy adorador de Jesús". Un soldado le abofeteó la mejilla derecha y él presentó la izquierda. Luego le cortaron la cabeza. También murió Santa Lucrecia.